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La ruta del Cares y el "no descubrimiento"

15 de noviembre de 2020

La ruta del Cares y el "no descubrimiento"

Hacer un tour en Jeep nos pareció un plan bastante interesante para el segundo día de nuestro viaje. Que un guía local nos llevara de ruta y nos contara anécdotas e historias sobre los pueblos por los que íbamos a pasar, no sonaba nada mal. Además, el Jeep finalizaba el recorrido en Caín, donde podías comer y luego iniciar la Ruta del Cares. A nosotros, que nos encanta el senderismo, nos pareció un plan ideal. Desde ya os reconozco que fue muy interesante y que sentí que aprendí mucho, al menos hasta el final cuando se produjo la “patinada” de Carlos (el guía).

Punto de encuentro: Cangas de Onís

La ruta empezó en Cangas de Onís, punto de encuentro y subida al Jeep, para recorrer el Desfiladero de los Beyos y continuar el recorrido por el transcurso del rio Sella, pero en dirección contraria. Dejamos de lado Asturias y entramos en León, concretamente en el Valle de Sajambre.

Parada un poco más adelante de El desfiladero de Los Beyos
Parada un poco más adelante de El desfiladero de Los Beyos

Mientras recorríamos el bosque (sin bajarnos del coche) nos contaron una anécdota que quiero compartiros porque se me quedó muy marcada:

Resulta que “de toda la vida”, la gente del pueblo había talado madera para calentarse en invierno y había pastado con sus animales por esos bosques. Todo funcionaba bien hasta que, en 1995, se declara que el espacio del bosque es Parque Natural y se prohíbe la tala y el pastoreo. Los vecinos no están conformes y rebuscan hasta encontrar documentos oficiales (¡datados de la Edad Media!) con los que demuestran que ellos tienen derecho a talar madera y a pastar con sus animales. La autoridad de ese momento no quiere problemas con los vecinos pero quiere proteger el espacio natural, así que decide nombrar al bosque Parque Natural y, a la vez, abastecer de leña a los vecinos. Todo de forma gratuita y garantizándoles que no les iba a faltar leña para todo el invierno. ¿Resultado? La jugada salió tan cara que hubo que cambiar el guion: al año siguiente el bosque era Parque Natural, sí, pero los vecinos tenían derecho a talar madera para uso propio. Obviamente se estipularon algunas normas y había zonas para ello, pero digamos que fue un “win win”.

Parada durante el trayecto en un mirador, en el que no se veía nada a causa de la niebla
Parada durante el trayecto en un mirador, en el que no se veía nada a causa de la niebla

La ruta continuaba y se iba parando en algunos miradores, lamentablemente ese día había bastante niebla y no vimos mucho (como se ve en la foto), pero el entorno era tan bonito que tampoco nos importó demasiado. En una de nuestras paradas pudimos observar un acebo. Aún no lo he dicho pero es algo que tengo en la mente desde entonces: nunca he visto verdes tan verdes como los de Asturias. El acebo es la ‘típica planta de Navidad’ y es una especie protegida.

Detalle de un árbol de acebo
Detalle de un árbol de acebo

Más tarde hicimos una parada técnica en un pequeño ‘supermercado’ de un pequeño pueblo. Momento de usar el baño y disfrutar de una “degustación de quesos” (igual a probar dos tipos de queso de la zona) y proseguimos, haciendo breves paradas, como la de El chorco de los lobos, hasta llegar a Caín a la hora de comer.

Parada técnica en un pequeño ‘supermercado’ de un pueblo
Parada técnica en un pequeño ‘supermercado’ de un pueblo

Cogiendo fuerzas antes de iniciar la Ruta del Cares

Comimos allí mismo, en el restaurante Casa Cuevas, que debe tener algún tipo de convenio con el tour. Y, una vez repuestas nuestras fuerzas, iniciamos nuestro recorrido de 11 km por la ruta del Cares. Recomiendo mucho esta ruta, a mi me gustó por varios motivos: no nos cruzamos con más de 5 personas en todo el trayecto (2020, ya sabes), vimos cabras salvajes, respiramos aire puro y desconectamos de todo el caos de los últimos meses.

No deja de ser una ruta de 11 km, por lo que un mínimo de preparación física no está de más. Además, hay que tener en cuenta que hay zonas ‘desfiladero’, muy estrechas y con mucha caída. Para nosotros, que como os digo, fuimos solos todo el trayecto y no nos encontramos con casi nadie, fue una experiencia mágica, que nos permitió disfrutar de la naturaleza y pararnos a respirar.

La ruta del Cares
La ruta del Cares

Una vez finalizada la ruta, nos encontrábamos nuevamente con el guía en Poncebos. Ya no nos esperaba con el Jeep, sino con una furgoneta. Desde Poncebos fuimos bajando hacia Arena de Cabrales y fue justo ahí donde empecé a plantearme cuánta de la información que había recibido era veraz…

Eso no me lo enseñaron en la carrera de Hª del Arte

Saliendo ya de Arena de Cabrales, Carlos (el guía) nos pide que nos fijemos en una montaña. Parecía la típica montaña pero tenía la particularidad de tener una puerta metálica. Carlos nos cuenta que no estaba abierto al público por una cuestión de conservación, pero que detrás de esa puerta había una de las mejores muestras de arte rupestre del país. ¿Cómo se descubrió? La historia que nos contó fue:

“Una noche, después de salir de fiesta, un grupo de amigos (ya bastante perjudicados) pararon para hacer sus necesidades. Uno de ellos se fijó que había una apertura en la montaña. Resulta que días antes habían estado haciendo obras en la carretera y se produjo una voladura. El protagonista de nuestra historia decidió abrir espacio y entrar. El grupo caminó hasta que se encontraron con las pinturas murales, perfectamente conservadas porque llevaban tapadas más de 12.000 años. Llamaron a la Guardia Civil para informar, pero los tomaron por borrachos y no les hicieron caso. Volvieron al pueblo y lo contaron, pero no les creían, por lo mismo. Después de 3 días, alguien decidió ir a la montaña y fue cuando descubrieron que todo era verdad y empezaron las tareas de recuperación y conservación. El asunto salió en prensa y todo”. ¡OJO! Si la historia no es lo suficientemente increíble, ahora llegamos al quid de la cuestión: “resulta que fue tan importante el descubrimiento porque esa pintura representaba la primera escena de carácter sexual entre animales.

Ante esta historia, ¿no os surgen algunas preguntas y dudas? A mi sí. Entiendo que en la carrera no nos pueden contar todo, pero ese detalle me pareció lo suficientemente importante como para que alguien me lo hubiera explicado en algún momento. Por eso le hice tres preguntas:

  1. ¿En qué año fue?
  2. ¿En qué periódico salió la noticia?
  3. ¿Dónde puedo encontrar más información?

Sus respuestas, fueron:

  1. “Creo que por los 90”.
  2. “Mmmm no lo recuerdo exactamente”
  3. “Pues resulta que hay un museo cerca donde hay una reproducción”.

Mood: equipo de investigación

Cuando esa noche llegamos al hotel, me puse a buscar información en Internet y no encontré nada (ni menciones, ni notas en prensa). Así que busqué el museo en cuestión y le pedí a Víctor modificar la ruta de vuelta a casa para poder hacer una parada técnica en el museo. Y allá que fuimos 3 días despúes…

El Museo donde encontramos la reproducción es la Casa Barcena de Carreña de Cabrales. Al llegar, la mujer que había en ese momento en recepción fue todo un amor y nos acompañó a la sala de la exposición. Nos hizo una breve visita guiada y, cuando acabó sus explicaciones, le comenté lo que el guía nos había contado y mi sorpresa, porque ella no nos había hecho ninguna mención. ¿Su respuesta? “Es la primera vez que escucho eso en toda mi vida”.

Reproducción de las pinturas en el museo
Reproducción de las pinturas en el museo

Nos acompañó al lugar de la reproducción y juntos intentamos sacar algo mínimamente sexual de allí, pero no hubo forma. Salimos allí muy agradecidos por la atención, tras leer todos los paneles y comprobar que, efectivamente, no se indicaba nada al respecto. Acabamos la visita dando una vuelta por el pueblo que, por otro lado, es precioso.

Vista de Carreña de Cabrales
Vista de Carreña de Cabrales

Creer o no creer…

Como os he dicho al principio, mi experiencia global del Tour fue buena: los tiempos, las paradas, los paisajes. Y, hasta casi el final, las explicaciones. Pero no dejo de pensar en la necesidad de dar esa información sin contrastar… ¿Creéis que mis preguntas en el coche hicieron dudar al resto de nuestros acompañantes y se preocuparían de buscar más información al llegar a casa/al hotel? ¿Me hubiera puesto en alerta yo de no haber estudiado historia del arte?

Me da tristeza pensar que si el resto de personas que iba en el Jeep no hicieron la tarea de investigar, siguen pensando que lo que nos contó Carlos es real… Y me lleva a hacerme más preguntas: después de una visita guiada, ¿buscáis más información al llegar a casa? ¿Comprobáis que lo que se os ha explicado esté recogido en alguna fuente?. Sinceramente, yo no lo hago después de cada visita, pero esta me chirrió bastante y quizá a partir de ahora me lo replantee.

Pero como quiero acabar con algo positivo, tengo que decir que, a excepción de ese detalle, la ruta fue muy interesante y la recomiendo. Y finalizado el segundo día de nuestro viaje, y revisada toda la información no encontrada, nos fuimos a dormir, que al día siguiente tocaba visitar Covadonga.