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Paisajes sublimes y personas de espaldas

17 de julio de 2024

Paisajes sublimes y personas de espaldas

El romanticismo fue especialmente un movimiento cultural, artístico y literario. Se contrapone al neoclasicismo, donde el valor lo tenían la lógica y la razón.

Pero el romanticismo no quería eso: quería libertad, creatividad y sentimiento. Los temas centrales son aquellos en los que el artista se podía liberar y exaltar los sentimientos, en la mayoría de los casos por la naturaleza. Estamos en un período en el que los artistas ya no están limitados a los mecenas y a sus encargos, sino que pueden experimentar y crear lo que consideren. Y esto hace nacer (y crecer) la creatividad.

Así que oponiéndose a la idea ‘clásica’ de la belleza, que es orden y es equilibro, el romanticismo defiende que la belleza se puede encontrar en lo que nos conmueve, aunque sea terrible. Lo encontramos en ‘lo sublime’, y esto lo entendemos como la fuerza que desprende la naturaleza, esa que nos hace fijar la vista y no poder apartarla.

”Lo absolutamente grande, eso que agita y mueve el espíritu.” - Kant, filósofo alemán

William Turner,Dido construye Cartago (1815)
William Turner,Dido construye Cartago (1815)

Paisajes ‘sublimes’

Como os comentaba, uno de los temas más recurrentes en la pintura del romanticismo fueron la naturaleza y los paisajes. Esto crea una gran contraposición con lo que venía siendo costumbre en la pintura: hasta ahora, los paisajes eran simples telones de fondo en obras mitológicas o históricas. No contaban nada por si mismos, sino que eran el escenario de una acción o evento importante.

Ahora, los artistas reivindican los paisajes (acantilados, bosques, mares) como vía para transmitir sentimientos. El paisaje por si solo es capaz de transmitir emociones y de hacernos reflexionar.

William Turner, El último viaje del «Temerario (1839)
William Turner, El último viaje del «Temerario (1839)

Y esto lo consiguen rechazando lo ‘bello’ y mostrando lo ‘sublime’. Este discurso, el de la diferencia entre bello y sublime, nos daría para una conversación extensa, llena de debates filosóficos. Para sintetizar, vamos a quedarnos con la reflexión de Kant: “la belleza adquiere los rasgos de orden, perfección y forma, (…) frente a lo sublime, que asumirá los caracteres de lo que sobrepasa el orden, el fin y la forma.”

Por tanto, los paisajes que nos encontramos en el romanticismo no son ‘bellos’, entendidos como una cualidad estética; sino que todo lo contrario: los artistas muestran entornos oscuros y hostiles, naufragios, bosques, océanos, cementerios… Paisajes que nos hacen reflexionar sobre el paso del tiempo, la vida y la muerte.

De hecho, son recurrentes el uso de escenas nocturnas y de ruinas, que nos hablan de este paso del tiempo y de generaciones pasadas. En su mayoría, los paisajes más habituales son acantilados, montañas/bosques y mares.

La intensidad de Friederich

Caspar David Friedrich es seguramente el representante de este movimiento. En su obra, encontramos fundamentalmente paisajes que nos mostraban la fuerza de la naturaleza, en muchos casos extrema, ‘lo sublime’. Y otro elemento que también encontramos mucho en su obras son personajes de espaldas. ¿Es que el alemán no sabía pintar caras? Este era un rumor que corría como la pólvora…

En su obra “El caminante sobre el mar de nubes”, Friederich nos presenta a un hombre que contempla (imaginamos que tiene los ojos abiertos) la inmensidad de la naturaleza. Y es aún más inmensa porque el pintor ha eliminado la línea del horizonte, que se funde con el cielo. El personaje solo ante la magnitud: podemos sentirnos identificados con él, incluso pensar en lo que piensa, a la vez que disfrutamos de las vistas.

Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes (1818)
Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes (1818)

Personajes ‘al borde’

Todas las obras que veremos a continuación tienen eso en común: figuras de espaldas al ‘borde’. Ya sea de un acantilado, del mar o de un camino. Friederich experimentaba con los colores en la naturaleza y los cargaba de valor.

C. D. Friederich, Mañana de Pascua (1835).
C. D. Friederich, Mañana de Pascua (1835).

¿Sentís la fuerza emocional en ‘Mañana de Pascua’? Tres mujeres se quedan al final de un camino, apartadas a un lado, para que podamos ver dónde acabaría su paseo. Parece un cementerio, donde hay más figuras femeninas de espaldas. El título ya nos dice el momento del día y del año, por tanto, la mañana empieza pero aún es fría. Es la idea de la vida y la muerte. ¿Quizá la resurrección? Es curioso, pero a pesar de dirigirse a un cementerio, y de que los árboles estén sin hojas y sean un tanto tenebrosos, esta imagen nos transmite tranquilidad.

C. D. Friederich, Acantilados blancos en Rügen (1818)
C. D. Friederich, Acantilados blancos en Rügen (1818)

En el caso de ‘Acantilados blancos en Rügen’ hay varias versiones sobre cómo Friederich llegó a ‘verlo’ para pintarlo. Por un lado, se dice que podría haberlo pintado a partir de las anotaciones que un amigo hizo durante un viaje. ¿Te imaginas ser capaz de hacer algo así sin ni siquiera verlo? Pero la versión que tiene más fuerza es la de que él mismo pudo verlo con sus ojos, ya que viajó a Rügen de viaje de bodas en 1818. En cualquier caso, un factor a tener en cuenta es que Friederich no era paisajista, es decir, no tenía por qué mostrarnos el paisaje tal cual era. Él lo que hacía era usar esos elementos para hablarnos de la melancolía, la tristeza, incluso de Dios. Por lo que ambas versiones pueden ser válidas.

Volviendo a la obra, volvemos a tener 3 personajes de espaldas. En este caso no serían anónimos, sino que se representó a él mismo junto con su esposa Caroline y su hermano, Christian, quien les acompañó al viaje. Quizá la influencia de Caroline y su reciente boda haga que esta obra sea algo diferente a las obras que había hecho hasta el momento, quizá algo más optimista y con un uso más cálido de la luz.

Caroline era una mujer de clase alta 19 años menor que el pintor. Su boda no deja de sorprender teniendo en cuenta la personalidad de él, que era conocido por ser un ser melancólico que disfrutaba de la soledad, además de tener un carácter especialmente irritable…

C. D. F. Luna saliendo sobre el mar (1822)
C. D. F. Luna saliendo sobre el mar (1822)

En ‘Luna saliendo sobre el mar’ tenemos otro paisaje que conecta emocionalmente con el que mira la obra. Pero en este caso podríamos decir que más ‘suave y romántico’. El mar no está agitado ni aparece muy lejos, sino que está en calma y permite que los barcos se alejen tranquilamente. La obra se hizo dos años después de casarse con Caroline, en esta obra el matrimonio se de la mano hacía el infinito. Por la perspectiva, parece que nosotros también estemos en la orilla viendo los barcos irse y disfrutando de la luz de la luna.

El mar y las ‘edades’

C. D. F, Las etapas de la vida (1835)
C. D. F, Las etapas de la vida (1835)

Además de la fuerza visual, esta obra tiene mucho mensaje oculto:

  • Estamos acostumbrados a ver hombres jóvenes de espaldas pero, en este caso, el que camina de espaldas es anciano. El único personaje que, de hecho, se aleja de nosotros.
  • Pero aquí también tenemos a dos niños y a un hombre adulto.
  • Y no olvidemos a la joven mujer del vestido rojo. Por cierto, ¿os habéis fijado que en las últimas 3 obras la mujer siempre lleva el mismo vestido?. O era el favorito de Caroline o también tiene un simbolismo (que lo tiene).
  • Estamos de acuerdo en que hay 5 personas, que representan las diferentes etapas de la vida: niñez, juventud, adultez y vejez. Y también hay 5 barcos de diferentes dimensiones y a diferentes distancia de la costa.

Hablemos… Esta obra se hizo 5 años antes de morir Friederich, ¿se veía ya en el final de su vida? Que sepamos, no tenía ninguna enfermedad que le hiciera pensar en ello, pero tenía ya 61 años (que para la época, ya era motivo de preocupación).

Sea como sea, el título ya deja claro lo que representa y estas figuras de diferentes edades, ante el atardecer (cuando muere el día), podrían hablarnos del fin del pintor, que veía cerca. Así como esta línea nos habla del fin de este artículo. ¡Hasta la próxima!